Para los fabricantes de conversores de motores a GNC, el año cerró con nuevas expectativas relacionadas con un gran crecimiento del número de traspasos que superaron las 100 mil unidades, llevado de la mano del aumento de los combustibles líquidos, tal cual lo afirmó a surtidores, el titular de la Cámara que los agrupa, Carlos Grisolía.

El directivo señaló que en años anteriores la incidencia del gasto en combustible en los ingresos familiares era mucho menor que en la actualidad, como consecuencia de la evolución despareja de ambas variables. “Hoy, en su nueva magnitud, seguramente va a empujar a muchos usuarios de vehículos nafteros a pensar seriamente en la conversión a GNC, como alternativa a tener que limitar su uso”, espetó.

Sin embargo, este aumento de las conversiones no llegó todavía a reflejarse en la venta de GNC en las Estaciones de Servicio, que si bien repuntó todavía no ha alcanzado los 8 millones de m3  por día de los mejores tiempos. “Esto se debe primordialmente a que van saliendo de circulación los viejos vehículos carburados convertidos con equipos de tercera generación y son reemplazados por automóviles con inyección de combustible, que utilizan equipamiento de GNC de quinta generación, cuyo consumo es significativamente más bajo”, dijo.

Otro de los factores que en opinión de Grisolía, frenan la decisión del consumidor para instalar un equipo de GNC, es que la conversión, salvo algún paso positivo dado por Ford como el caso de la camioneta Ranger, afecta la garantía que las automotrices imponen a los 0 Km. Por esta razón manifestó que en tanto no exista la posibilidad de adquirir automotores que vengan de fábrica con GNC, la mayor parte de las conversiones surgirá del  lote de vehículos de más de tres años de antigüedad. “El parque que ya tiene esa antigüedad o más, es muy numeroso en función de los fuertes volúmenes de venta de los últimos 8 años y seguramente fue la fuente de las conversiones de este último año”, aseguró.

En relación con los costos de los equipos, los que no escaparon a la escalada del nivel general de precios, expresó que se están explorando mecanismos para facilitar la compra, lo cual “obviamente se complica en un contexto con un nivel inusual de tasas de interés”, explicó.

En ese aspecto además, convocó a los entes oficiales, como el ENARGAS y la Secretaría de Energía, a que produzcan una actualización de ciertas normas y regulaciones, que van a favorecer el desarrollo y la consolidación del sector.  Reconoció el interés genuino de las autoridades en apoyar el mercado del gas, como futuro en la matriz energética, a la vez que destacó su apertura a las iniciativas que desde el sector se puedan proponer. Aquí, se mostró a favor de que “siempre es importante mantener coherencia y continuidad de los rumbos elegidos para el mediano y largo plazo, en su defecto sólo se contribuirá a desalentar la inversión productiva”.

Concluyó que “resulta claro que Argentina, un país ciertamente líder en materia de GNC por su desarrollo tecnológico en este área, plasmado en la cantidad de vehículos impulsados por el gas natural comprimido de más de 1.650.000 unidades y una red de estaciones de GNC distribuidas en todo el territorio nacional, tiene una deuda importante en materia de uso del GNC en el transporte público urbano y en el pesado. Países que partieron mucho más tarde, se han apoyado en equipamiento e ingeniería argentinos, para dar pasos significativos en esa dirección. Esto ocurrió en Europa, Asia y mismo en Sudamérica, para alinearse con lo que hoy es una necesidad imperiosa en los centros urbanos: reducir la contaminación ambiental, tanto en emisiones como en niveles sonoros”.

Grisolía avizoró finalmente en este caso, que en el presente, la gran producción de gas que se espera de Vaca Muerta tiene que dar fuerte impulso a todas las iniciativas para este “gran desafío y finalmente poner en marcha lo que hace tiempo deberíamos haber encarado”.