Debate sobre la suba
Debido a su incidencia sobre el costo final de insumos y productos de primera necesidad, el valor del gasoil y las naftas, se metió en las discusiones de los políticos que aspiran a un cargo para el año que viene y de otros representantes de defensa del consumidor.
En un país como la Argentina, que tiene más de 3 millones de kilómetros cuadrados de superficie total y cuyo 90 por ciento de la logística de producción se basa en el transporte a través de camiones, se da el fenómeno directo de que cada vez que se dicta un aumento de precios en surtidor, no solamente lo sufren los consumidores en su carácter de automovilistas, sino cuando sus bolsillos deben asumir las cuentas del supermercado.
“El costo del transporte de productos a los comercios para su despacho final es del 35 por ciento, por ende, necesariamente se traslada de manera automática el porcentaje de incremento en los combustibles a los alimentos que consumen los ciudadanos”, explicó el Titular de Consumidores Libres, Héctor Polino.
Además coincidió con su compañero de fórmula socialista, Lozano al explicar que a pesar de que se anunció la liberación del denominado “barril criollo”, los automovilistas continuarán perdiendo poder de compra de naftas y gasoil porque “si los costos internacionales tienden a la suba, seguramente, el precio en surtidor será más caro”.
El histórico dirigente, que se presenta como precandidato a legislador porteño en las PASO, acompañando al economista Claudio Lozano, avizoró que en agosto seguramente habrá otro aumento de naftas, debido a la relación de precios con el nivel del dólar “aunque no creo que en octubre vuelva a aumentar ya que es mes electoral”, señaló.
De acuerdo al líder de los consumidores, los combustibles forman parte de un nuevo rubro que constituye la estructura de costos y al que denomina “el rubro por las dudas”, que irónicamente provoca que si la nafta sube un 7 por ciento, los alimentos se incrementen un 10 o 12.
Sobre la situación de las empresas pymes del sector estacionero, que si bien viven el aumento de producto como una leve mejoría en su rentabilidad, consideró como otros tantos consultados por surtidores que “a medida que aumente el dólar, afectará negativamente a los expendedores quienes deben manejarse con una base de insumos y repuestos importados que no se fabrican en el país y que se actualizan de manera espiralada para arriba, ya que cuando baja la moneda norteamericana, los precios no descienden”, dijo.
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