El Ministerio de Energía y Minería de la Nación comunicó la suspensión del acuerdo para la transición de precios internacionales de los combustibles. Su titular, Juan José Aranguren, notificó a las empresas refinadoras y productoras de petróleo que se ha cumplido la condición suspensiva prevista en el artículo 9 del Acuerdo para la Transición de Precios Internacionales de la Industria Hidrocarburífera celebrado entre las productoras y refinadoras y refrendado por el ministerio.
El mismo establece que si el precio promedio internacional del barril de petróleo crudo Brent, supera durante más de 10 días consecutivos el valor de referencia previsto para el petróleo crudo local tipo Medanito con menos un dólar/barril, esto es 54 dólares por barril, entonces quedan suspendidos los compromisos a partir del mes calendario posterior.
La condición prevista se cumplió el 13 de septiembre de 2017, por lo que la suspensión tiene lugar a partir del 1 de octubre de 2017. No obstante, si el precio del barril del petróleo crudo Brent cotizara por debajo de los 54 dólares de referencia por más de 10 días consecutivos, el Acuerdo volverá a estar vigente en noviembre, circunstancia ésta que, en el presente escenario de precios, se considera improbable.
¿Cómo repercutirá en los surtidores esta determinación? El ex Subsecretario de Combustibles de la Nación, Alberto Fiandesio, explicó que la lógica de un mercado desregulado perfecto funciona de la siguiente manera:
En el petróleo crudo el valor doméstico se debiera ubicar en la semisuma entre las paridades de importación y de exportación.
La paridad de importación definida como el precio internacional del crudo de referencia FOB en su lugar de origen (por ejemplo: WTI en la costa del golfo de EEUU) más los gastos incurridos para trasladar el crudo hasta su destino (principalmente flete y seguros) llegando así al valor CIF del producto.
La paridad de exportación, es el valor que estaría dispuesto a pagar por nuestro crudo un comprador de un mercado de referencia y esto sería, a igualdad de calidad, el valor FOB en el mercado destino (por ejemplo USGC) menos los gastos incurridos para llevar el crudo nacional hacia ese mercado, principalmente flete y seguros.
Al ser nuestro país exportador de petróleo crudo, crudo pesado variedad Escalante que por sus características admite solamente una parte de su volumen en las refinerías locales, la negociación entre productores y refinadores debiera llevarnos al valor doméstico de crudo descripto anteriormente.
A los valores que se calculen con la metodología explicada deberá adicionarse (o sustraerse según corresponda) el valor representativo de la diferencia de calidad, fundamentalmente densidad (°API) y contenido de azufre.
En la suposición (el precio internacional cambia todos los días) que el valor local actualmente vigente sea igual al valor internacional del mercado de referencia que se adopte (compensada la calidad), es esperable, ante la liberación anunciada estos días, un aumento del precio equivalente a la semisuma de fletes y seguros. Estimativamente este valor puede ubicarse entre 2 y 3 dólares por barril, por lo que el aumento sería cercano al 5 por ciento.
¿Y qué pasaría con los subproductos? La lógica de mercado podría ser similar, con la diferencia de que nuestro país no es exportador de naftas y gasoil.
En este caso, la importación (import parity) actúa como regulador y los precios debieran apuntar a esos valores.
El tema aquí es la imperfección del mercado que hace que, por ejemplo, las naftas importadas tengan un escaso resquicio por donde colocarse en el mercado (reducida a las Estaciones de Servicio Blancas, sin bandera). De esta forma queda el camino expedito para que los refinadores decidan aumentos de precios por encima del de equilibrio de competencia.
El caso del gasoil es distinto ya que tiene canales de distribución que permiten entrar a competir el producto importado con mayor fluidez.
La actuación de las instituciones que regulen la competencia en los mercados se hace fundamental en los casos como el de la apertura del sector petrolero. Complementado, además, con los mecanismos de defensa del consumidor.
“Como resumen, podríamos concluir que, siempre en consonancia con lo que suceda en el mercado internacional, el petróleo doméstico podría aumentar alrededor del 5 por ciento, las naftas incrementarían su valor en porcentajes un poco mayores y el gasoil tendría un comportamiento correlacionado con el del crudo”, concluyó Fiandesio.